Las increíbles diferencias en el sexo de pago. Las voces críticas señalan la prostitución como foco de riesgo mientras las trabajadoras sexuales independientes piden que se diferencia a quienes ejercen de manera voluntaria de aquellas en situación de trata, para que se pueda abordar su situación y se pongan las medidas adecuadas que las protejan ante una segunda oleada del COVID-19 para no verse obligadas a trabajar.
El sexo de pago está generando controversia durante las últimas semanas debido al repunte de casos de COVID-19 y los números que se comienzan a registrar en España. En el punto de mira se encuentran sectores y actividades de ocio muy concretos, entre los que se empieza a mencionar la prostitución como foco de riesgo.
No es la primera vez que esta actividad profesional aparece señalada desde que comenzó la pandemia, sin embargo y a pesar de haberse sacado a relucir las notables diferencias con otros sectores, las chicas continúan denunciando las mismas circunstancias. Y es que, a diferencia de otras actividades profesionales, el del sexo de pago es un sector sin regular y en situación de alegalidad, circunstancia por la que las trabajadoras del sexo han elevado la voz al no poder optar a ayudas sociales a lo largo de toda la pandemia pero, con mayor agonía durante el confinamiento.
Con nuevos confinamientos ya produciéndose, las profesionales del sexo temen no poder soportar la segunda oleada y un nuevo confinamiento prolongado, pero las ayudas no llegan mientras comienzan a alzarse voces que señalan a esta actividad profesional. Lo que reclaman las prostitutas independientes es que se las diferencie de la trata y se les quite el estigma que convierte a la prostitución en tabú, impidiendo a su vez que se aborde su situación, para la mayoría, insostenible.
Como afirman algunas de las prostitutas que aparecen en el mayor buscador de chicas de Europa, el debate es inevitable y forma parte de la libertad de las personas, pero mientras sea una realidad existente, el olvido no hace sino agudizar la situación precaria de muchas mujeres si tenemos en cuenta que alrededor de 600.000 ejercen esta actividad en España